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RICARDO ROJAS
No faltó, pues, quienes terciaran en nuestro diálogo.
Los unos refirieron trasañejas anécdotas y si los más
callaron fué porque guardaban silencio desde el rincón
humilde de su fe.
-
No ha de ser cierto ...
-
Yo no los conozco.
-
Viven aquí cerquita no más.
-
Tienen su rancho y unas cuantas ovejas junto á
esos chañarales que hay en la bajada del río. ..
Frases de unos
otros concluyeron por describir al
cuadrúpedo v
la
il
(el
el cual se convjerte la cómplice
de las cópu as
ne .
ndas
Es
una pequeña m ulita . No
galopa en el
;e
0
,
a reciéndose á Pegaso en cuanto
ambos tienen alados los ijares, no sube tanto, sin
embargo, para acocear las nubes. Pasa invisible en la
punta pestífera del viento, casi á
r~s
de la tierra ;
y
en
la sombra nocturna, se oye el tascar de su freno.
El genio mítico de las selvas ha visto
á
Zupay, trans–
formarse en el íncubo seductor ó el toro del Saladillo ;
sabe también de seres reales como el Kacuy, que llora
sobre los montes su pavorosa historia ; pero ha llegado
más lejos al concebir este ser fantástico : la mul' ánima,
para
~nanifestar
la sanción divina del pecado, diciendo
á la muj er que esa fatalidad es el precio de los amores