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EL PAIS DE LA SELVA
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inenos bella que las otras, es de reciente origen
y
de
formación contemporánea.
Habiendo llegado cierto día el caudillo provincial,
fué avisado de la metamorfosis pavorosa. Ignoro si él
pudo creerla, siendo probable simulase no rechazarla,
l
por una de esas intuiciones que en el estado embriona–
rio de toda civilización, hace á los directores de muche–
dumbres, someterse á las idiosincrasias populares.
Resolvió entonces mandar en pos de la bestia solda–
dos
y
rastreador de su propia escolta. Era fácil seguirla,
pues en lugar de la pezuña hendida de su especie, tenía
el animal case rs eq in s. Y agrega el relato que aque–
espantados, sin consumar la aven–
tura, porque
ero ·
ver al fabuloso inonstruo, bajo
un lejano
lo11ap' sombran,
dando tan resonantes berri–
dos, que la selva toda se conmovía á su clamor.
Años después, otro suceso arrojó luz clara sobre el
obscuro inito.
Resolvieron en un puesto de aquel predio, regalar
con algunos frutos de su huerto á tales parientes que
morabán al otro lado del bosque. Iría con el obsequio
·un muchacho de la casa, quien, s,egún la tradición,
falleció hace pocos años en esos misn1os parajes.
· Ensilló su caballo : de torzales la brida; las caro–
nillas por mandil; de n1adera el recado,
y
sobre él,
varios pellones de cueritos lanares, asegurados por un