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EL PAIS DE LA SELVA
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lor; el prisionero, al oírla, le respondió con nuevos
gritos que surgían del fondo de su soledad : libertado
el Tigre por su consorte, le b1:lscaban ahora al zo–
rro, decididos á exterminarle de la manera más ho–
rrenda.
En toda la co1narca no había sino un eslero, donde
acostun1braban beber todos los animales. Era casi
'
ünposible evitar allí un encuentro, de suerte que el
zorro, previsor y prudente, inventó una trela : antes de
descender la barranca, gritábale al estero : -
«
Agua :
¿te <lejas beber?
n
Dada la ner\riosidad repentista de su
adversario, no lo creía capaz de resistir inn1óvil,
si
su
enemigo le esper ba en acecho.
-Agua:¿
te
UeJa
b
er?
Na
di
e
res
Í)
ou
di ~·======-....._
- Agua :
¿
t
cj-a
Volaron algunos patos.
- 13ucho,
agua:¡ te voy á beber!
~
afirmó enfática–
n1enLe,
y
descendió. Pero como un n1ovimiento que no
era del aire, agilara los juncos de la orilla, bordeó el
baña< lo y fuése á beber en la otra banda. Ese día, según
·se
supo, esLuvo el Tigre allá.
01
ra ocasión se renovó el episodio, pero esta vez el
Tigre, i1npaciente, saltó de entre unas '1natas antes de
que el otro llegase. Lo persiguió con saña; pero el zorro
se 1ueLió en un viscacP.eral : por otras puerLas <lel habi–
táculo subLerráneo se escaparon á la sorpresa los ino–
c~ntes
roedores,
y
el zorro tuvo la audacia de escabu-