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RlC.\..HDO ROJAS
siempre aquellos que se arrastran
y
que los seres con
alas
y
música son sien1pre nuestros mejores aliados ...
Pero antes de pro1nulgar su propósito, un ave se negó
á
pagar, procla1nando la injusticia de semejante privi–
legio, pues el bosque había sido creado para todos,. Al
ruido de la gresca, llegó del bañado próximo alada
muchedumbre de gaviotas, flamencos, cigüeñas,
ganso~,
cisnes, patos,
y
algunos transeuntes curiosos se acer–
caron ·también, entre ellos la chuña, el ibis
y
las aves
canoras de que son populosas las intimidarles de la
breña. El zorro a1nenazó usar de su_ fusil ; luego pro–
metió concesiones; n1as era inúlíl ya : á inicia ti va. del
inás audaz
ruidosa banda, ::,e
reLiraron para
, v
landa
por inaccesibles al turas,
i it,lería que, naLuralmen le., el zorro
a
paren
~ab
I
no sentir ...
Aquella rechifla vino á demostrarle cómo el soplo
m.ásleve derriba en su hora oportuna los edificios de la
grandeza falaz. De todo ello no- le preocupaba la pér–
dida del honor, inientras el resto se salvase; pero una
fatal noticia vino
á
agravar sus desazones :
¡
El Tigre
no había muerto
!
Sano
y
en libertad sobrevivía.
Una cotorra de taravilla suelta le refirió la novedad :
Como era tarde
y
no regresaban al cubil; la Tigre ten1ió
una desgracia
y
salió en busca de
a1nbos
por el bosque;
.á
la noche, desesperada, comenzó
á
dar rugidos <le do-