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EL PAIS DE LA SELVA

«

Para qué tú me dijiste, - que ibas á ser solo mía

»,

- exclama en los dos primeros versos el amante des–

engañado,

y

en los últimos le reprocha su inconstancia:

«

Si queriendo á uno·s

y

otros, - lastimas mi corazón>> ...

El trovador canta sus decires con la misma ingenuidad

con que se arrullan las tórtolas del inonte ;

y

fuera

mejor no traducirlas si se tratase de un idioma menos

l

desconocido : el mérito de tales estrofas reside en la

sencilla espontaneidad, como en la flor de los campos

y el manantial de la montaña.

Tucui lula punkuikipi,

Soy la guardia de tu Snerro,

e

am ka

1

ishkejta puñuspa

En brazo de ajeno dueño.

«

Toda la noche-á tus puertas, - soy la guardia de tu

sueño, - mientras dulcamente duermes, - en brazos de

ajeno dueño >>

- dicen estas coplas bilingües de caste–

llano y quichua, de tal modo ha sido real y duradera la

impregnación de ambos vocabularios en la lnentalidad

regional.

Sir~

einbargo, ya de la antigua lengua de los quichuas

sólo quedan piltrafas de idio1na, un híbrido dialecto

regional que pocos hablan. Se ha entremezclado su

léxico de voces castellanas, adulterándose entrambos

recíprocamente. Abundan las palabras españolas con

desinencia quichua: como los genitivos :

sillapi,

«

de