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EL PAIS DE LA SELVA
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idea de que esa misma elegía fué repetida muchas veces
por los trovadores del país, como tributo
á
la memoria
de su caudillo muerto, -
todo se reunía en una sola
emoción, hasta culminar en esa estrofa ayeante donde el
autor del rústico epicedio, fuése
á
buscar en el kacuy
de sus bosques el sím.bolo de las angustias inconso–
l~les
l
He ahí c.ón10 el trovador de la
~el
va, no es el
«
gaucho
cantor
»
descrito por Sarmiento. En su ambiente es
aquél lo mismo que éste en la llanura pastora; pero
muy poco ofrece11de oomún. Ambos son el melodioso
verbo de la
s~ncilla
o íed d
á
la cual pertenecen, pero
el gaucho
canto~·
s . ico, tanto como el segundo
le aventaja en Fvena lírica. Es el teatro de aquél la
pulpería, y si no falta á su vihuela de presuntuoso
payador la nota subjetiva, su vibración se pierde en la
compadre albórbola de los gres.cos ó en el romance que
solemniza las hazañas del gaucho malo. En cambio, el
trovador de estas espesuras, es silencioso, intenso, co1no
la raza que. le tiene por numen. Preocúpanle, sobre
todo, el a1nor, el dolor y la inuerte, -
ideas grandes
1
como la noche. Pueblo de artistas, ve sus representantes
más genuínos en estos .cultivadores de la poesía
y
el
canto. El dolor sugiere á su musa 'las máximas, general-
1nente rimadas, de una filosofía sabia de resignación y
de angustia,
y
en inedio de esa amargura, sonríe muchas