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EL PAIS DE LA SELVA
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hubiera prosperado, pero, en cambio, la inspiración
popular rimó en elegías sus dolores.
He
eonocido al bardo que las compuso.
Canoso, ahilado, ciego, fino su rostro que la pera
aguza, cauteloso el ademán
y
experto el oído para
alumbrar la noche <le sus ojos, -
tal es don Sebastián
Figueroa,
á
quien le llaman el
Tio
Ciego,
con apodo que
l
abona solariega notoriedad.
-
Ahora que cante algo para la visita, -
dijéronle
cierto día, encontrándonos en la estancia de sus sobrinos
de verdad, mientras alguien pasábale su guitarra.
Poeta
y
músico no esperó ruegos ; templó desde la
prima de los su
preludiando rec
naban cuerdas
ToJos callam
ansiedad :
iros
á
la bordona
de
los sollozos,
y
· ', n tanto sus dedos ágiles cami–
·u- rv>-<i...ctes
orno una araña en su red.
ado el silencio por nuestra
Mis amados santiagueños,
Compatriotas argentinos,
Hemos perdido el diseño.
Se ha perdido el ser divino
Todos los pueblos vecinos
· Hagan con su llanto un lago,
Que al Espejo, Sol
y
Luna,
Lo he1nos perdido en Santiago.
Se interrun1pió para recordar, aunque siguió ras–
gueando. Sobrecogía el conceptism-0 severo
y
tosco de la
concepción :
«
Diseño, espejo, sol
y
luna»; -
él sabría