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petable, si no qu
VI
EL TROVADOR
a
á
su estancia, ó persona res–
am ién, visita alguna aldea de la
región, suelen
fil-r
pr sentarles su lírico saludo los
trovadores del bosque.
Á
la manera. del cantor medio–
eval, que modulara de castillo en castillo serenatas de
a~or,
ellos ta1nbién son rapsodas errantes que reco–
rren comarcas rindiendo culto á las tres cosas bellas de
este roundo: la poesía, la mujer
y
la 1núsica.
Y
el via–
jero, al visitar el país de la selva, puede observar el in–
genuo sentimiento de arto que realza allí los usos más
ordinarios de la vida.
Habiendo llegado
á
una villa comarcana, vinieron
á
saludarme con inúsica, según las costumbres tradicio-