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LETTERA DI G. F. MASDEU

343

Ill.

0

Gamboni

uan Francisco Masdeu ....

Los dos tenían sus disputillas sobre varios

puntos, como era forzoso, siendo los dos de

un caracter tan diferente, y aun diametral–

mente opuesto. De aqui le vino a Masdeu

el pensamiento de impugnar su obrilla so–

bre la edad necesaria para la profesion reli–

giosa, y presento su impugnacion al Maes–

tro del Sacro Palacio, solicitando su licen–

cia para imprimirla. El

P.e

Pani la aprovo,

y alabo, y dio la licencia, que se le pedía.

Pero le advirtio, que por motivos políticos

convendría, que la viese el Secretario de

Estado, y Masdeu se la presento al instante ;

y

de allí a algunos días se la restituyo con

la sola advertencia, de que fuese del todo

anonima, sin el nombre del Obispo, ni el.

suyo, y sin nota de la Imprenta, en que se

imprimiere..•. Masdeu se arreglo a todo, y

la imprimio, y regalo con un exemplar de

ella al Ill.

0 ,

a quien impugnaba, parecien–

dole una debida atencion de su mismo

amistoso -trato, que la reciviese de su mano,

antes' que por otro lado le llegase noticia de

ella. El Jacobino Gamboni se irrito mucho

con la impugnacion de Masdeu, y dio sus

quexas al Cardenal de Fe5ch Ministro de

Francia, y este se las dio al ·cardenal Se–

cretario de Estado. Llamo este al Jesuita, y

le reprende por su hecho, y ·con expresiones

no poco vehementes, y oprobriosas, como

si huviera he9ho un gran pecado en defen–

der el Concilio de Trento contra un impío

Italiano, protegido por su misma impiedad

por los Franceses. En nada havia faltado

Masdeu a las insinuaciones, u ordenes de su

Eminencia, y no obstante por contentar a

los Franceses, ademas de los dichos ultrages,

preguntandole la imprenta, en que se havia

impreso, se apodero de casi todos los exem–

plares. En este aprieto acudio Masdeu al

Ministro de España, a quien entrego los

pocos exemplares, que tenia consigo, e in–

forrnandole .con verdad de todo, le pidio su

proteccion

¡

y el Señor Vargas se la ofrecio

para lo que pudiera ocurrir. Esto sucedio

por el mes de septiembre, y despues no se

ha hablado mas de la cosa· ....

»

(Año

1805,

páginas 371-3 73).

No queremos terminar este artículo sin

reproducir lo que sobre tan intrincado ne-

gocio nos cuenta el mismo P. Masdeu en

sus

Pruebas p1-áCtz'cas,

y sirve de explica–

ción y complemento al relato del P. Luengo.

«Monseñor Gamboni, hecho Obispo de

Vigevano por su gran Protector Napoleon

(dice el P. Masdeu) iba esparciendo por las

casas de Roma una obrita· suya contra

el

concilio de Trento acerca de la edad sufi–

ciente para la profesioo religiosa. Yo le di–

rigí una Carta ·en defensa del Tridentino,

y pedí licencia para imprimirla . El P. Maes–

tro del Sacro Palacio no atreviendose ni

a

darla, ni

a

negarla, la paso al Cardenal

Gonsalvi, que era, y es Secretario de Es–

tado. Su Eminencia lo penso mucho, y me

hizo hacer muchos viages, pero al fin me

dio la licencia por escrito con su firma.

Apenas se havia acabado de imprimir, el

Cardenal Fesch Embajador de Francia es–

cribio al Cardenal Gonsalvi una carta de·

muy fuertes quejas, pidiendo que se le diese

a

6:1

toda la impresion, para

z"ncendi'ada,

y

se me castigase

a

ml con castigo

éclatante.

El Cardenal Gonsalvi contentole inmedia–

tamente en entrambas cosas. Yo maltratado

por Su Eminencia como un

pz·caro,

y como

un reo de Estado, y condenado como por

misericordia,

a

solos tres meses de calabozo

en Cas.tillo, hice pronto recurso

a

nuestro

Ministro Sr. Vargas, el qual leido mi librito,

y hechose cargo de todo, y escandalizado

(como el decia) de que la Yglesia hubiera de

castigar

a

quien la defendía, y

a'

quien la

defendía como buen Catolico, y buen Ca–

nonista, tomo el mayor empeño

a

mi favor.

Impidio al punto mi prision ; hizo de mi

una defensa larguísima y muy estudiada,

que despues se archivo, y escribía

a

los dos

Cardenales, dandoles

a

escoger una de dos:

o que el Secretario de Estado me diese la

justa satisfaccion, o que pediría al Papa un

tribunal extraordinario, para que se sen–

tenciase en mi causa. Los dos Eminentísi–

mos corrieron ai Palacio de España, y de

resulta el Secretario de Estado me dio una

plena satisfaccion verbal, tan gloriosa para

ml, y para el Cardenal tan humillante, que

llegue yo

a

avergonzarme mas que el. Se

salvaron del incendio once ejemplares de

mi libro, de los quales hay dos en España,

uho en la Biblioteca de

D.n

Joseph Vega,