HISTORTA DEL FAMOSO PREDICADOR
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atrás y dejado á su
mu~rte
en el Colegio de
Salamanca: de forma que «esta cantinela de
que el
Fray Gerundio
es obra del Padre
Luis de Losada ha cundido tanto, que ape–
nas hay hoy tonto alguno en España que
no lo crea», dice el mismo P. Isla en sus
Cartas Apologétiºcas
(pág.
3s2
del cit. t. xv
de Rivadeneyra).-Los que más trabajaron
en esta empresa, fueron, además del célebre
abogado catalán D. José Maymó y Ribes, el
Oratoriano D. Juan de Arabaca en su
Carta
(págs.
365-66),
y el Capuchino Fr. Mat.ías
Marquina en sus
Reparos
(págs.
265-66),
castigados y deshechos tan sin compasión
en las
Cartas Apologéticas
(págs.
351-357),
dignísimas de leerse, ya que nos es imposi–
ble extraer de ellas, por su longitud, ni aun
los párrafos que hacen más directamente á
nuestro propósito.
Copiemos, en cambio, dos pasajes de las
Cartas familiares
del mismo P. Isla, que
seguramente no disgustarán á nuestros lec–
tores. -En una de Villagarcía y Marzo
24
de 17
58,
dice así á su cuñado: «Los protec-.
tores de la obra [de Fr. Gerundio] no son
ménos ni ménos respetables que el gremio
de los enemigos. ingunos la hacen mas
favor que los que la atribuyen al Padre Lo–
sada, porque la suponen digna de tal plu–
ma. Está muy lejos de eso, y ellos muy
distantes de toda reflexion. A poca que ha–
gan, conocerán que las mas de las obras que
se critiquizan en
F ray Ge1·um!io
son poste–
riores á la muerte de aquel hombre grande»
(P.
i,
carta cxxvm).-En otra del mismo
Villagarcía y Junio 9 de
I758
á su hermana,
dice con no menos resolución: «Los que
suponen ser parto del Padre Losada la
obra de
Fray Gerundio,
hacen al pobre
viejo un agravio que Dios se lo perdone, y
á mí me hacen una merced que D!os se la
pague. En todo caso estos son los que for–
man concepto mas ventajoso de la obra ; y
si su verdadero padre hubiese sido bauti–
zado en
Saint Fins,.
no le pondrian á pleito
este chiquillo. No te mates por defender su
genealogía¡ y contenta con saber que es le–
gítimo sobrino tuyo y de legítimo matri–
monio, désete un bledo porque le supongan
hijo
d~
la Iglesia» (P.
1,
carta cxLm).
Y vayan aquí dos noticias que merecen
alguna rectificación, para concluir luego con
otra tercera, digna de especial recuerdo.
Don Francisco Lobón de Salazar, «Pres–
bítero español , que habitaba en Villagarcia
en
1758.
r<ué amigo del padre Isla y pu–
blicó bajo su nombre el primer tomo de la
obra de aquel, titulada "Fray Gerundio de
Campazas" que luego reclamó y continuó
su verdadero autor», según Roura (n,
T
55).
-Pero ni hubo, ni pudo haber, tal recla–
mación , cuando consta que el inofensivo y
docilísimo Cura Párroco de Villagarcla de
Campos no hizo más que acceder
á
lavo–
luntad del P. Isla, en prestarse con su ha–
bitual honradez y hombría de bien á servir
de padrino ó especie de padre putativo al
inocente
F1•ay Gertmdio.
Segunda noticia.-En la verdadera
ó
su–
puesta
Glosa
de Valle Salazar, mencionada
al núm. ·oo, leemos lo siguiente: «Fue pu–
blico que al tiempo en que con los Padres
de PortÚgal se tomo providencia por el Rey ·
Fidelissimo, compuso Isla el segundo Tomo
del Gerundio, y se prueba con exemplares
manuscritos, que se han hallado en algu nos
Colegios, y uno en poder de un Cavallero
seglar, que lo entrego: que Isla lo imprimio,
y no se atrevio sin duda
a
expenderle en
estos Reynos, y lo remitio
a
los de Indias
por mano del P. Patricio Meager, quien
dirigio seis caxones de exemplares
a
D. Luis
Antonio Pedrosa, residente en el Puerto de
la Guayra, quien dio
a
Meager aviso del re–
cibo en
23.
de Septiembre de 1765. cuya
carta original se halló en el aposento del
mismo P. Meager » (pág. 7). -
Creíamo~,
iofel ices de nosotros, que hasta
á
los minis–
tros y corchetes de Carlos III obligaba el
octavo mandamiento de la Ley de Dios;
pero sin duda que los bibliógrafos nos dirán
que estábamos en un error.
Tercera y última noticia.-«En el con–
vento de la Trinidad de Madrid había vi–
vido y muerto rodeado de triunfos el pro–
pagador más célebre de la oratoria de
guirigay, el padre Hortensio Félix Paravi–
cino y Arteaga ; contra aquél monasterio
parece que fué dirigida la piedra que der·
ribó la estatua con pies de barro: de la
librería de Gabriel Ramirez, frente á la
Trinidad, salió el alborotador
Gerundio,