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XCV -

á

·ella é invoque su intercesión, pues Je tís oye segurn–

mente

á

su Madre.

La segunda mi eria espiritual en esta tierra y una

miseria que tienen que sobrellevar todo , pecadores y

justos, es la tentación, el combate con el triple enemigo,

la carne, el mundo y el demonio. También en este

combate nos socon e y ayuda María maternalmente,

aquella mujer que ha aplastado la cabeza de la ser–

piente; por esto la invocamos como

Cousolatrix af'flic–

tornm.

Estos tre últimos títulos indican todas las condi–

ciones posibles en que María dispensa las gracias: en

los trabajos y peligros del cuerpo, en las ele gracias

del alma, y en cuanto

á

éstas últimas, ya ayudando

después de la caída para levantarnos, ya socorriendo

en Ja tentación para que no caigamos. Mas aunque

María socorre

á

todos los hombres, es de un modo

especial ayuda de los cristianos

- Anxilium Christiauo–

rum ;

pues es ante todo Ja nueva Eva, la madre de

los vivientes, es decir de los que han sido

reeng~ndra­

dos poi· el bautismo para Ja vida eterna. Y María es

ayuda de todos los cristianos, no sólo de los que están

todavía en Ja tierra sino también de las piado as almas

del purgatorio.

on la invocacióu "AuxiJium Christianornm" termina

la segunda parte de las Letanías Lauretanas. - En la

primera parte hemos encontrado un orden coherente

entre las diferentes invocaciones; ¿habrá también en la

segunda· orclen semejante, ó están eufiladas las invoca–

ciones sin concierto? Preciso es admitir que también