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á
·ella é invoque su intercesión, pues Je tís oye segurn–
mente
á
su Madre.
La segunda mi eria espiritual en esta tierra y una
miseria que tienen que sobrellevar todo , pecadores y
justos, es la tentación, el combate con el triple enemigo,
la carne, el mundo y el demonio. También en este
combate nos socon e y ayuda María maternalmente,
aquella mujer que ha aplastado la cabeza de la ser–
piente; por esto la invocamos como
Cousolatrix af'flic–
tornm.
Estos tre últimos títulos indican todas las condi–
ciones posibles en que María dispensa las gracias: en
los trabajos y peligros del cuerpo, en las ele gracias
del alma, y en cuanto
á
éstas últimas, ya ayudando
después de la caída para levantarnos, ya socorriendo
en Ja tentación para que no caigamos. Mas aunque
María socorre
á
todos los hombres, es de un modo
especial ayuda de los cristianos
- Anxilium Christiauo–
rum ;
pues es ante todo Ja nueva Eva, la madre de
los vivientes, es decir de los que han sido
reeng~ndra
dos poi· el bautismo para Ja vida eterna. Y María es
ayuda de todos los cristianos, no sólo de los que están
todavía en Ja tierra sino también de las piado as almas
del purgatorio.
on la invocacióu "AuxiJium Christianornm" termina
la segunda parte de las Letanías Lauretanas. - En la
primera parte hemos encontrado un orden coherente
entre las diferentes invocaciones; ¿habrá también en la
segunda· orclen semejante, ó están eufiladas las invoca–
ciones sin concierto? Preciso es admitir que también