DE LA HISTORIA CONTEMPORÁNEA
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encontrarlos. Está dominado por una negra melan–
colía que, pocos días ha, logró ya casi vencerle
Tan seducido por la voz de aquella encantadora
mujer sacada de la tumba, como por su fascinadora
curiosidad, Godofredo tomó el brazo que le tendió la
baronesa de Mergi, la cual dejó que su hijo fuese de–
lante á hacer un encargo que éste había entendido
con un solo movimiento de cabeza.
-No le llevo
á
usted muy lejos, porque vivimos
en el paseo de Antin, en una bonita casa construida
á la inglesa. La ocupamos toda entera, y cada uno de
nosotros tiene un piso. ¡Ohl estamos muy bien. ¡Mi
padre cree que usted ha contribuido con mucho á las
felicidades que nos rodean! ...
-¡Yol
-<No sabe usted que, gracias á un informe del
ministro de Instrucción pública, han creado para él
una cátedra de legislación comparada, en la Sorbona?
Mi padre empezará el primer curso en el mes de no–
viembre próximo. La gran obra en que trabajaba apa–
recerá dentro de un mes, pues la casa Cavalier la pu–
blica repartiendo los beneficios con mi padre, y le ha
entregado ya á cuenta de su parte treinta mil francos.
Mi padre va á comprar la casa en que vivimos. El
ministerio de Justicia mi! señala una pensión de mil
doscientos francos como hija de un antiguo magis–
trado, y mi padre tiene mil escudos por el retiro y
cinco mil francos como profesor. Somos tan econó–
micos, que seremos casi ricos. Augusto va á empezar
la carrera de leyes dentro de dos meses; pero está em–
pleado en la Audiencia y gana mil doscientos francos.
¡Ahl don Godofredo, no me hable usted del desgra–
ciado asunto de mi Augusto . Su abuelo no lo ha per–
do~ado
aQn, pero yo le bendigo todas las mañanas
por aquella acción; si, su madre le bendice, Halper–
sohn le adora, y el antiguo procurador general sigue
implacable.
-(Qué asunto? dijo Godofredo.