EL REVERSO
-¡Ah! ¡en eso reconozco su generosidad! exclamó
Vanda . ¡Qué corazón tan noble tiene usted! ... Su
madre debe estar orgullosa de usted
Y se detuvo como si hubiese sentido dolores en el
corazón.
-Le juro á usted que no sé nada, dijo Godofredo.
-tAhl <nO sabe usted nada?
-No, y si no podemos hablar de ello delante del
barón Bourlac, dijo Godofredo, cuénteme usted ahora
lo que pasó.
'
-Creo que le he dicho á usted ya, repuso Vanda,
que está empleado en la Audiencia por el procurador
general, que le demuestra un gran cariño. No estuvo
más que cuarenta
y
ocho horas en la Conserjería, al–
bergándose en casa del director de la cárcel. El buen
doctor, que no encontró la hermosa y sublime carta
de Augusto hasta por la noche, retiró su que¡a, y por
intervención de un antiguo presidente de la Audiencia
real, á quien mi padre no había visto nunca . el pro–
curador general hizo anular el proceso y la orden de
prisión. En fin, que no existe ninguna huella de este .
proceso má& que en mi corazón , en la candencia de
mi hijo y en la cabeza de su abuelo, el cual. desde
este día, habla de
usted
á Augusto y lo trata como si
fuera un extraño. Ayer mismo, Halpersohn le pedía
gracia para su nieto; pero mi padre , que me niega
eso á mí, á quien tanto quiere, le respondió: <<Usted
es el robado, y puede y debe perdonar; pero yo soy
responsable del ladrón ... y cuando era procurador
general no perdonaba nunca.>> «Matará usted á su
hija>), le dijo Halpersohn,
á
quien yo escuchaba. Mi
padre guardó silencio.
-Pero <quién les ha socorrido á ustedes?
-Un señor que creemos que estaba encargado por
la reina de colmarnos de favores .
-(Cómo es? preguntó Godofredo.
-Es un hombre alto, seco, solemne y triste como
mi padre... El fué el que hizo transportar á mi padre.