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JO

"EL REVERSO

llega. Ser propietario de un periódico es convertirse

en un personaje: se explota la inteligencia y se parti–

cipa de sus placeres, si bien sin tomar parte en sus

trabajos. Nada es más tentador para almas mezquinas

que el elevarse de este modo á costa del talenlo ajeno :

En París se han visto á dos ó tres advenedizos de

este género, cuya popularidad es una vergüenza para

la época y para aquellos que les han prestado su

apoyo.

En esta esfera, Godofredo fué obscurecido por el

torpe maquiavelismo de unos, ó por la prodigalidad

de otros, por la fortuna de capitalistas ambiciosos, ó

por el talento de los redactores; se vió arrastrado á las

disipaciones á que dan lugar la vida literaria ó polí–

tica, y á las distracciones necesarias á los hombres que

se dedican con exceso á trabajos intelectuales. Trabó

entonces conocimiento con gentes de mal vivir, pero

éstas le hicieron saber que su casa no tenía ningún

atractivo y que uno de sus hombros era indudable–

mente más alto que el otro, sin que estos defectos

fuesen compensados por la bondad ni por la maldad

de su espíritu. El mal tono es el salario que los artis–

tas sacan diciendo la verdad.

Pequeño, mal formado, sin talento y sin iniciativa

propia, todo estaba dicho tratándose de un joven y de

una época en que, para lograr una posición en todas

las carreras, la reunión de las más altas cualidades no

significan nada sin la suerte, ó sin la tenacidad que

impera sobre la suerte.

La revolución de

1830

curó las heridas de Godo–

fredo, que tuvo el valor de tener esperanza, lo cual

equivale á la desesperación. Como tantos otros perio–

distas obscuros, logró que lo nombrasen para un cargo

administrativo, en donde sus ideas liberales, reñidas

con las exigencias de un nuevo poder, lo convirtieron

en un rebelde. Empapado de liberalismo, no supo,

como otros hombres superiores, resignarse. Para él,

obede~er

á los ministros era cambiar de opinión.- Por