EL :MARQUÉS DE CASTEL-FUERTE.
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cés en dar
decisione~
contradictorias, con corta di–
ferencia de años, para inclinar la eleccion en favor
· de sus amigos. El Virey
pro~uró
cortar tan
ver~
gonzosos abusos, avocando
á
sí todos los recursos
y
ajustándose
á
la ley, cuando no podía avenir
á
los
votantes con amonestaciones pacíficas. Conforme
á
una 6rden real reciente, resolvió, que en el capítulo
de San Agustin se abstuviesen de votar los priores
. de los conventillos, aunque el provincial saliente
se empeñaba en lo contrario. Con igual snj ecion al
derecho, y resistiendo la pretension del Vicario ge–
neral de la Merced, logró, que los religiosos de esta
órden eligiesen en paz un provü:icial de prendas
eminentes. Mayores dificultades le ofreció al fin
d~
su período la deposicion de un provincial intentada
por los padres agustinos' su reposicion por la auto–
ridad, la persecl.1cion del repuesto
á
sus émulos,
y
la conciliacion de aguellos espíritus
turbulentos ~
Las demas elecciones se hicieron con extraordina–
ria calma por el respeto, que infundían la entereza
é imparcialidad del Marqués.
Los frailes destinados
á
las doctrinas no podian
ofrecer una conduct.a edificante, como que habian
abrazado
~J
hábito con miras mundanas, eran he–
chura de partidos poco escrupulosos, y se hallaban
en lugares donde eran tentados fuertemente par su
poder irresponsable
y
por la licencia de costum–
bres. Aunque los clérigos ostentáran la mejor voca–
cion
y
principios ántes de salir
á
doctrinas, donde