• EL MARQUÉS DE CASTEL-FUERTE.
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dicados públicamente y denunciados ep. los pas–
quines como los causantes de su infortunio. Entre
sus cinco jueces, sólo Cavero tuvo el valor de ab–
solverle, otro oidor le concedió la apolacion, los
otros tres decidieron, que fuese degollado, y so.
alguacil mayor,
D.
Juan Mena, muerto en garrote
vil.
En vano toda la ciudad clamaba en alta voz con–
tra la rigorosa
sentencia~
en vano el Comisario ge-.
neral de San Francisco fué
á
palacio
á
pedir la gra–
cia del condenado. El inflexible Virey se dispuso
á
ejecutarle el 8 de Julio de 1731, tomando las pre–
cauciones necesarias para sofocar cualquier tumul–
to. Despejada la plaza de Armas
á
las diez
~e
la
mañana , entró el reo sobre una mula negra, con
paños del mismo color, escoltado por la caballería,
que iba
á
los lados, y por la infantería, que cubria
el frente y espalda. La irritada muchedumbre her–
via amenazante en los portales, atrio de la catedral
y
esquinas inmediatas. Un fraile de San Francisco,
que había ubido al patíbulo, gritó, viendo ya cer–
ca el terrible cortejo :
«
Perdon , perdon , perdon.
»
La triple exclamacion pareció la voz de la previs–
ta sedicion, siendo repetida tumultuosamente por
millares de espectadores;
y
conforme
á
las instruc–
ciones recibidas, mataron los soldados á Antequera
átiros, haciendo tambien fuego sobre el pueblo. ·
entre el que murieron dos religiosos franciscanos
y
· ocurrieron otras desgracias . El Virey, que habia
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