• EL MARQUÉS DE CASTEL-FUERTE.
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y
su sentencia de muerte por el delito de lesa ma–
jestad
y
por la expulsion de los venerables jesui...
tas. En Lima estuvo al principio algo dividida la
opinion respecto
á
su conducta; algunos le califica–
ban de sedicioso , temerario y sacrílego, no faltan–
do, entre' ellos, quienes acogiendo con facilidad des–
preciables hablillas, creyeran, que habia aspirado
á
coronarse rey con el nombre de José I; el mayor
número le compadecia como un respetable
é
ín–
tegro magistrado, víctima de la implacable Com–
pañía por haber resistido
á
sus demasías y ofertas.
Iniciada su causa en la Audiencía , se comisionó
á
.D. Matías Angles para que hiciera las correspondien-
tes. pesquisas en el Paraguay; treinta testigos par–
ciales
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tímidos confirmaron de lleno el sumario le–
vantado allí por sus enemigos; y el coadjutor Palos,
ciego instrumento de ellos, le había acusado, en co–
municaciones públicas, de gravísimas faltas, cuya
responsabilidad no pudo él desvanecer del todo con
la impresion de un :Memorial elocuente. Aunque,
para descargar su conciencia, dirigió Angles, en
1731, al Tribunal del Santo Oficio una exposicion
secreta, en que revelaba las calumnias de los jesui–
tas
y
la ciega deferencia del obispo Palos; esa de–
claracion llegó demasiado tarde para librarle del
suplicio., pendiente- soure su cabeza, desde la real ·
cédula, cohonestado con los méritos del proceso
y
hecho casi inevitable por una segunda alteracion
del Paraguay.