270
LA AUDIENCIA.
animadas reuniones de cofradía
y
las grotescas ex–
~i
biciones con que creia so ¡mnizar las más augus–
tas pompas del culto ; par'a su raza las mayores
grandezas humanas eran una simple comedia; pues
entre los negros se reconocia el título de rey, no-
•
siendo raro, que su oscura majestad tuviese que sa-
lir al campo
á
cortar hierba al rayar la aurora,
6
por órden de un mayordomo recibiese rudos azotes
· de la mano de algun súbdito. Las demas clases,
cuya condicion alternaba de continuo entre la opre–
sion
y
la licencia, se consolaban fácilmente de su
triste suerte por no haber c<:mocido· otra mejor
y
por la ligereza, consiguiente
á
una vida poco labo–
río a, de escasos azares
y
fáciles goces. El soporí–
fero general se hallaba en las creencias, q\ie no to–
leraban las agitaciones del libre pensamiento, con–
vertían el culto en una serie de agradables fiestas
ó
conciliaban la devocion con una existencia di–
sipada.
El clero, intolerante con los.libres pensadores y
demasiado indulgente con el libertinaje, favorecía
la apatía política con tanta mayor eficacia, cuanto
que su influencia seguía siendo preponderante en
l· generalidad de los pueblos, por su cultura supe–
rior, la extension de sus atribuciones y sus gran–
des rentas. Las del Estado . si bien podían subir
á
más de cuatro millones
y
medio , sufrían el desfal–
co de un tercio por lo ménos en tiempo de guerra,
y
ell'los tiempos más tranquilos se rebajaban mu-