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EL

MARQUÉS

DE

OSORNO.

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de la justicia, movian á varios individuos, cuyos

antecedentes eran malos

6

muy sospechosos'

á

em–

barcarse secretamente, . ara continuar en lugares

ménos vigilados, sus hábitos de crímen

6

vagan–

cia: más diestros

6

más atrevidos, ménos pacientes

y

ménos limitados en sus

aspiracio~es,

exigian una

policía más hábil

y

vigorosa. Desde el tiempo de

Amat habia partidas bien organizadas para impe–

dir los atentados dentro y fuera de murallas, lla-

.mándose

encapados,

los que, en traje ordinario,

vigilaban por la seguridad de la ciudad, y

partida

de

campo

los que cuidaban de ella en las afue–

ras. Mas, como todos los esfQerzos de la autoridad

habian de estrellarse, ·miéntras no se generalizáran

los hábitos de trabajo, se esmeró el Marqués por in–

troducir las manufacturas de lino, algodon y cá–

ñamo. La suma dificultad de proveerse de est?s

efectos europeos, miéntras durase la guerra, ofrecía

una ocasion propicia para enriquecer

á

Lima con .

nuevas

industrias~

y

la necesidad de aclimatarlas

parecía evidente, desde que con ellas pudiera darse

á muchos mal entretenidos ocupacion provechosa,

y

libertar á no pocas jóvenes decentes de la triste al–

ternativa de sufrir la indigencia

6

subsistir por el

VICIO.

La caridad ilimitada de los limeños, si hacia mu–

cho honor á su cÓrazon generoso , no siempre esta–

ba aliada con la juiciosa distribucion de sus socor–

ros

á

las personas

indig~mtes.

Aquí, más que en