EL
MARQUÉS
DE
OSORNO.
265
de la justicia, movian á varios individuos, cuyos
antecedentes eran malos
6
muy sospechosos'
á
em–
barcarse secretamente, . ara continuar en lugares
ménos vigilados, sus hábitos de crímen
6
vagan–
cia: más diestros
6
más atrevidos, ménos pacientes
y
ménos limitados en sus
aspiracio~es,
exigian una
policía más hábil
y
vigorosa. Desde el tiempo de
Amat habia partidas bien organizadas para impe–
dir los atentados dentro y fuera de murallas, lla-
.mándose
encapados,
los que, en traje ordinario,
vigilaban por la seguridad de la ciudad, y
partida
de
campo
los que cuidaban de ella en las afue–
ras. Mas, como todos los esfQerzos de la autoridad
habian de estrellarse, ·miéntras no se generalizáran
los hábitos de trabajo, se esmeró el Marqués por in–
troducir las manufacturas de lino, algodon y cá–
ñamo. La suma dificultad de proveerse de est?s
efectos europeos, miéntras durase la guerra, ofrecía
una ocasion propicia para enriquecer
á
Lima con .
nuevas
industrias~
y
la necesidad de aclimatarlas
parecía evidente, desde que con ellas pudiera darse
á muchos mal entretenidos ocupacion provechosa,
y
libertar á no pocas jóvenes decentes de la triste al–
ternativa de sufrir la indigencia
6
subsistir por el
VICIO.
La caridad ilimitada de los limeños, si hacia mu–
cho honor á su cÓrazon generoso , no siempre esta–
ba aliada con la juiciosa distribucion de sus socor–
ros
á
las personas
indig~mtes.
Aquí, más que en