EL MARQUÉ DE OSORNO.
261
que
l~
Inquisicion' con procederes ménos riguro–
sos, impidiese la propagacion de las doctrinas revo–
lucionarias, sin chocar co· la ilustracion del siglo,
los mismos ministros del Santo Oficio hacían cir–
cular los libros prohibidos
á
sabiendas,
6
-sirvien–
do de ciego instrumento ámanos más hábiles. Áun
entre los que todavía veian en los reyes los vice–
dioses de la tierra, la fidelidad se hallaba singular-
.
\
.mente contrastada por los escándalos de la córte,
que hacían subir los colores á la cara de todo espa–
ñol honrado. Miéntras el Estado se debilitaba
y
e ,.
taba amenazado de disolucion, como en tiempo de
Cárlos II; se elevaba en la frontera el poder gigan–
tesco y absorbente de
Napole ~m;
y
lo. ingleses, tan
ávidos de presas corno henchido, de rencor, se
proponian nada ménos que usurpar, devastar
ó
in–
surreccionar las posesiones españolas.
Faltando la navegacion expedita
y
la correspon–
dencia regular entre la metrópoli y sus colonias,
á
causa de los cruceros ingleses, el Gobierno del
Perú, que era el más embarazado en sus relacio–
nes, tenía forzosamente que separarse de las reglas
establecidas: ya se veia obligado el Virey, api:e–
miado por necesidades extremas,
á
hacer concesio–
nes, que atacaban gravemente el sagrado de la in–
terdiccion colonial; ya habia de apelará expedien–
tes poco eficaces para el alivio del momento, y que
hacían incurables las dolencias del coloniaje. Por
conservar algun comercio hubo que tolerar, cuan-