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LA AUDIENCIA.
CAPÍTULO IV.
LA AUDIENCIA.
1801.
En cerca de ocho meses, que gohern6 la Audien–
cia en el intervalo del Marqués de Osorno al de
Avilés, poco podia cambia!" la situacion del virei–
nato, ya por estar confiado
á
una autoridad transi–
toria, ya, principalmente, porque entre Francia é
Inglaterra se estaban haciendo arreglos pacíficos,
que no debian ser sino una tregua en su larga y
destructora contienda. El favorito; que al celebrq.r
una desigual alianza con la república francesa ha–
bía ganado el inmerecido títu1o de
Príncipe de la
Paz ,
quiso ahora mediar adelantándose en las 'bue·
nas relaciones con la nacion inglesa; pero ,contúvo–
le de la manera más despótica Napoleon, áun cuan–
do t.odavía llevaba sólo el nombre de primer cónsul,
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manifestándole, que, si la córte española quería ges-
tionar por su cuenta, habría llegado
ya
la última
hora para la dinastía de los Borbones. En realidad,
para la paz, como para la guerra, el buen Cár,–
los IV no era sino un juguete entre las manos del
capitan del siglo, que el gabinete frances podia
manejar
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destruir segun u capricho. La monar–
quía, reducida á tan innoble posicion, tenía igual–
mente , que temerlo todo de la preponderante In-