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EL MARQUÉS DE AVILÉS.
CAPÍT !LO V.
DON GABRIEL AVILÉS, MARQUES DE AVILÉS.
1801-1806.
La influencia del clero tenía poco que temer de
un vire
y
,
de quien se decia : para la devocion há–
bil es, para el gobiérno inhábil es. El Marqués, cu–
yo espíritu religioso se hallaba sobreexcitado orla
vejez, conocia ademas el asce!)diente de la Iglesia
~
y los servicios prestados
á
la Corona, para tratar de
rebajarlo en tiempos tan peligrosos para
l~
abélltida
monarquía. En la revolucion de Tupac Amaru ha.'..
bia visto de cerca, que el pronto restablecimiento
del órden no se habria conseguido sin la eficaz co-
___,
o eracion del Obis o y de los curas del Cuzco; de
otra parte conoció, que la costosa y agitada visita
de los reformadores, sostenidos Pº! las autoridades
civiles, no habia producido ·el fin deseado, perla
tenaz resistencia de los frailes á sujetarse á las es–
trechas reglas de la vida comun
y
á la clausura re–
ligiosa. Un simple beaterio cansaba
á
los jefes del
gobierno civil, empeñados en redu..cirlo
á
su pri–
mitivo objeto. Las amparadas de la Concepcion,
asilo fundado por el venerable Castillo para las
arrepentidas, habían degenerado en una confusa
y
numerosa mezcla de beatas, reclusas,
educa~das
y
mujeres pobres, que entraban
y
salían de dia
y
de