EL MARQUÉS DE AVILÉS.
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' ler una cédula de Pío VI, que acordaba la.s prero-.
gativas de predicadores generales
á
cuantos hubie–
sen desempeñado
loabl~~nte
su ministerio duran·
te
~liez
años; las de exde11nidores
á
los que contá-:
ran quince, y las de padres de provincia
á
los que
llegáran
á
vein~e,
ó
solos quince, habiendo sido ya·
maestros, guardianes 0 exdefinidores.
El
·provin-.
cial de San Francisco protestaba contra la pesada
· carga, que Re echaba sobre el convento de Lima ,
reducido
á
vivir de limosnas.
Un eclesiástico, que habia pasado algunos años
en el desierto de Atacama, arrancó
á
la córte la
ereccion del obispado del Pa"Qoso, hecha en su
fa-
' or. junto con la fundacion y fortificapion de un
pueblo, en el desembarcadero de ese nombre. con
sujecion
á
las autoridades de Lima; y aunque se
hizo presente, que en region tan estéril apénas po–
drian reunirse cien pobladores, insistió el Minis–
terio en aquella ridícula
é
inofensiva creacion, que
de suyo estaba anulada sin necesidad de violentas -
oposiciones .
..,uscitólas muy fuertes el Real decreto de 28 de
.,.o i mbre de 1804, que ordenaba la desaruortiza–
cion ecle iástica. ., . M. mandaba formar una junta,
01
pu'e ta del ire , Arzobi.. po, Regente, Inten–
nt
,
Fi e 1 un cretario en la capital del i -
r einato
reunir otra juntas subalternas en las
de p· opale . El objeto de tales comí ione era
tom r razon puntu
1
de lo biene raíce
de lo