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EL MARQUÉ DE AVILÉS.
vecindario permitieron el establecimiento de sere–
no . La vigilancia sobre ·.riminales
y
vagos gstaba
confiada á los alcaldes de barrio, algo desprestigia–
dos ya
á
causa de su extraccion
y
conducta,
y
la cap· .
tura se conseguía á menudo por la activa
y
enérgi–
ca comision de seguridad rustica
y
urbana. Cuidaba .
ésta de tener la filia.cion de los condenados
á
presi–
dio, á fin de que, cumplido el término de su con–
dena, no se introdujesen en la ciudad furti' amen–
te. Una cédula Real prescribía, que la Sala del Crí–
men no pudiera pronunciar sentencia de muerte,
azotes
6
presidio por diez años, sin estar reunidos
1
cinco vocales : como este número, con dificultad>
podia juntarse en la de L'ima, á fin de que los gran–
des delincuentes no quedáran impunes , se resolvió
llenar con oidores las faltas, que ocurriesen.
La salubridad pública obtuvo una atencion pre–
ferente. Hallándose afligidas por la fiebre amarilla
las costas meridionales de la península, se sujetó
á
cuarentena á los buques procedentes de aquellos ·
puertos; para los del vireinato se establecieron jun–
tas de sanidad. El Dr. Villalobos pidió doce enfer–
mos atacados de lepra, asegurando, que poseía un
secreto contra tan horrible dolencia;
y
en efec–
io, al cabo de algunos meses dieron por curados
á
los leprosos los encargados de informar sobre el
resultado del plan curativo. Su autor fué nombra–
do médico del
hospita~
de San Lázaro,
y
de Santa
Fe se pidieron instrucciones para combatir un mal,