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EL MARQUÉS DE AVILÉS.
porque su ciencia no se plegó
á
las circunstancias
locales, sea porque no pud,o superar las preocupa–
ciones de los mineros. " provision de azogues,
que era
la
condición más esencial para el general
beneficio de los metales , no pudo asegurarse ni con
los extraidos de Huancaveljca, ni con los importa–
dos de Europa. En quince años, que desde 1781
á 1796 habia sido trabajada la mina de Santa Bár–
bara por cuenta del Rey, sólo se habian beneficia–
do 28. 937 quintales, 85 libras de azogue, que pro–
dujeron el valor líquido de
l.
9~0.354
pesos, 6· rea–
le , costando 3 .332.684 pesos, 2 :ceales; añadiendo á
la diferencia de 1.402.329 pesos, 4 reales entre el
producto y el costo, 258. 500 pesos, que se invirtie–
ron de 1796
á
1804 para
c~nservar
el mineral en
buen e tado, había sufrido la Hacienda el enorme
quebranto de 1.660.829 pesos, 4 reales; prueba in–
equívoca de lo mal que libraba el Gobierno metién–
dose
á
empresario. Convencido de ello, autorizó el
pallaqueo, que, con sus trabajos irregulares, en el
mismo período de 1796
á
1804, extrajo 36.499
quintales, 65 libras, sin ningun gravámen del Era·
rio. Mas era fácil prever, que la desordenada explo–
tacion inutilizaria el mineral. en un término no
muy lar ·o; y en esa prevision, resolvió el Rey en–
viar azogues, "'ea de los beneficiados en Almaden,
sea de los comprados al Emperador de Alemania.
Teniéndose el precioso ingrediente en la abundan–
cia ·apetecida y
á
precios cómodos, se prometían los