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EL MARQUÉS DE AVILÉS.

mayores; el regidor. despues de oponer alguna

re–

sistencia, porque la revolucion le exponia

á

que–

brantar el quinto manda · iento de la ley de Dios,

convino en dejarse coronar,

y

á

poco abandonó sin

disgusto tan ambiciosas ofertas, al anunciarle sus

protectores, que Dios disponia otra cosa. Los con–

jurados procuraban madurar sus planes

y

aumentar

el número de sus partidarios en las provincias

y

dentro del Cuzco. Don Mariano Lechuga. que les

habia ofrecido serlo,

y

estaba dispuesto

á

perderlos,

viéndolos vacilar, les dió una cita en su casa , fin -

giéndose enfermo,

y

le::; hizo declarai; la conjura–

cion de modo, que pudieran entenderla bien un oi–

dor y un 5ecretario. ocultos en una pieza inmedia–

ta. Descubiertos con tal perfidia, fueron encausados

junto con su cómplices verdaderos

6

supuestos; no

obstante las instancias del Virey para activarlo, el

juicio, no se concluyó basta el mes de Diciembre. El

dia

5

salieron al patíbulo Aguilar

y

Ugalde; Barran–

cos , Gutierrez y

V

alverde fueron condenados

á

em-

barcarse para España

á

disposicion de S. M.; Dongo ,

á

presidio por diez años, con pérdida

~e

bienes y ho–

nores,

y

Casiguaman

á

residir dos años en Lima con

inhabilidad para cargos públicos. La facilidad con

que se sofocó la apénas tramada conjuracion ,

'y

el

escaso eco, qne halló fuera del Cuzco, hubieran po–

dido

inspir~ar

á

las autoridades coloniales una gran

confianza en la conservacion de su imperio, si pron–

to no la hubieran visto comprometida con los suce-