D. JOSÉ .AB.ASCAL.
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bia de decidir luégo
á
los americanos
á
emplearla
contra un gobierno desp _estigiado
é
impotente.; los
más celosos absolutistas otaron apénas, que-
paral
llevar
á
cabo la gloriosa defensa se había depuesta
al inhábil representante del Rey, se habia delfüa–
rado en tumulto, el pueblo comenzaba
á
tomar par–
te en los negocios públicos, y áun sonaban por bajo
voces sediciosas, tanto más alarmantes, cuanto que
las ideas de patria, libertad
é
independencia habían
penetrado ya en .algunas cabezas prominentes.
El político D. José Abascal, que desde 1806 era
vire
y
del Perú , había seguido con interes la inva- ·
sion, defenséll y movimiento interior de Buenos–
Aires, á cuyos valerosos habitantes conocía bien, por
haber hecho por tierra el viaje desde el rio de La
Plata. No pudiendo abandonar á Lima, en aquellas.
circunstancias, sin graves inconvenientes, quiso,
que fuera
á
asegurar la conservacion de la dominai–
cion española su antecesor el Marqués de Avilés,
que babia sido virey de Buenos-Aires ántes de serlb
del Perú,
y
que se hallaba
á
la sazonen Arequipa,
descansando, en su avanzada edad, de las fatigas de
la larga administracion; pero desistió de
est~
idea,
viendo pue to el delicado cargo en las dignas manos
de Liniers, y se limitó
á
remitir más de 700.000 pe–
sos para facilitar la defensa. En su propio territorio
~
la tenía muy atendida, contra los peligros exterio–
res por sus aprestos bélicos, y contra las conmo–
ciones interiores por los beneficios de una hábil ad-