D. JOSÉ ABASCAL.
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buques prontos para hacerse
á
la vela, con vívere's
para tres meses, con
t.
·pulaciones incompletas
y
con su carena en muy · al estado; los magníficos
arsenales
d~
Cartagena, El Ferrol
y
Cádiz se iban
desmoronando. El imbécil gobierno, que conocía
tan lamentable situacion , se complacía en ella,
·llevando el Príncipe de la Paz la in<lignidad hasta
burlarse de los que habían sucumbido heroicamen....
te en Trafalgar. El inepto favorito, que se había
hecho dar el grado de generalísimo, se envanecía
con estar al frente de un ejército de más de 120.000
hombres, pero que apénaH podía suministrar la mi–
tad de combatientes; ademas, aquellas tropas, mal
alimentadas
y
vestidas, sin espíritu militar, ni no–
ble emulacion' eran un cuerpo muerto, que en vez
de enaltecer
á
su patria, como los afamados tercios
de Castilla, que tres siglos ántes habían hecho
temblará la Europa entera, se movían ciegamen-_
te para secundar los pr.oyectos ambiciosos de Napo–
leon: por sus órdenes se habian enviado al norte
de la Alemania 14.000 hombres, y de 15 á 16.000
se dirigían á Portugal, cuya invasion había acor–
dado con el Príncipe de la Paz. La Hacienda se halla–
ba en el último apuro. Sin fuerzas y sin recursos, la
subsistencia del trono pendía de un capi:icbo del
Emperador frances, que,
impacient~
por derribarlo,
espiaba una ocasion de encubrir sus pérfidos
de~
signios. Obligada la casa .de Braganza á refugiarse
en el Brasil, esperaba el gabinete de París, que ese