D. J,OSÉ AB.ASCAL.
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El movimiento americano de 1809 , como desde
luégo no podia
penetr~r
abiertamente en las masas.•
en parte aletargadas, en' arte sometidas
á
preocu.–
paciones monárquicas, ofreció poca consistencia
y
cierta aparente nulidad; las juntas se disolvieron
por sí mismas, ó desapareeiieron sin gran dificultad
al
acercarse las fuerzas armadas, que las combatian
á
nombre del órden establecido. Mas en 1810 la
revolucion se presentó tan general como irresisti–
ble. En Buenos Aires , Santiago, el Alto Perú,
Quito. Bogotá, Caracas y Méjico se oyó casi simul–
táneamente el grito de emancipacion, que. lanza–
do por hombres prominentes, era repetido con en–
tusiasmo por la inmensa muchedumbre. Las ideas
habian hecho en algunos meses, por la activa pro–
paganda de las conversaciones y de los libros, un
largo camino, que al parecer no habria podido re–
correrse sino despues de muchos años. Los hechos
hablaban bastante claro por sí mismos. Ocupada
casi toda la España por. los franceses, no presenta–
ba ni áun las meras apariencias de la fuerza parq
gobernar á su pesar un vastísimo continente. Al–
gunos hijos del Nuevo
~undo,
que educados en
Europa,
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viajando por ella. habian visto las cosas
de cerca, concibieron, junto con laconviccionpro–
funda de que la dinastía de los Borbones era im–
potente para el bien, la más ardiente aspiracion
por mejorar la condicion estacionaria de u país
natal, llamado á los más brillantes destinos. Mu-