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D. JOSÉ ABASCAL.
chos de ellos se reunieron en sociedades secretas
para concertar los medios
~eguros
de emancipacion;
otros se consagraron á un peligroso apostolado po-
>
lítico, que podia terminar en el martirio, pero que
no dejaba incierto el triunfo de su causa. Era la
causa de la libertad, de la justicia
y
del progreso.
Ante el ilimitado porvenir, que abria
á
milla–
res de generaciones vegetando ántes e.n una de–
gradante tutela,
y
ante las iQapreciables ventajas,
que podria reportar la civilizacion universal , no
habia vacilacion posible para_los ·espíritus bien
templados, cualesquiera que fuesen los riesgos de
la lucha. En verdad, parecía obra de gigantes des–
truir la dominacion de tres siglos, apoyada por
la ignorancia, el aislamiento, la division social,
los intereses dominantes
y
la fuerza, que siem–
pre puede organizar un gdbierno largo tiempo
obedecido. Los primeros
ataq~es
eran sobremanera
peligrosos; mas, como
~as
instituciones no presen–
taban en sí
mism~s
ningun principio de estabili–
dad, ni las apoyaba una gran fuerza física
d~rade
ra,
y
era de pura fascinacion su acatada fuerza mo–
ral; la revolucion había de robustecerse con cada
una de sus derrotas ,
y
su triunfo no podia diferir–
.se, una vez ilustrada la opinion pública.
·La prosperidad de los Estados-Unidos, el trono
de Portugal trasladado al Brasil, la Europa cam–
biada por la revolucion francesa, la España luchan–
do ·por su independencia
y
libertad , las doctrinas
y