D. JOSÉ
.A.BASO.AL.
El deseo de vengar su humillado pabellon,
y
el: ,,
. interes por recobrar una aza , cuya importaacia.
habian conocido mejor d ante su efímera ocupa–
cion , decidieron á los ingleses
á
enviar al rio de La
Plata una expedicion formidable. A mediados de
1807
fué acometida la grande empresa por el te-
'
niente general Whitelocke con
71
buques
y
11.500
hombres de desembarco. Liniers, que desempeñaba
ya
el cargo de virey,
y
habia puesto las milicia;s en
un pié superior
al
de fuerzas vete·ranas, le recibió
0'1
5 de Julio en Buenos-Aires
~on
una resistencia,
que desconcertó á los invasores. Las calles
y
azo–
teas estaban ocupadas por la tropa y el vecindario.,
resueltos
á
morir
ánt~
que rendirse; las mujeres
rivalizaban en valor con el sexo fQette;
la
resisten–
cia fué tan heroica, que los ingleses hubieron de
catpitular, despues de tener en pocas horas más de
2.<JOO muertos
y
1.000
prisioneros.
La victoria, que
in~ortalizaba
el nombre de
Buenos-Aires, fué celebra<ila- con singular júbilo
por los españoles de ambos mundos; la poesía le
CQnsagFó sus más b6}llas flores,
y
la
religion las más
s0-lemnes acciones de gracias al Todopoderoso; la
América se reconoció, de de entónces con legítimo
oo-gull0,
esforzada, generosa, heroica y con fuerza
suñciente para escarmentar
á
poderosos agresores;
los mismos partidarios del coloniaje. en la efusion
c0mun <ilel entusiasmo, no se apercibieron, por de
pronto, de que la conviccion de su propia fuerza
ha-.