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D. FREY FRANCISCO .GIL.
ban mucha habilidad para las artes indispensables
á
su género de vida; tribus muy vecinas contras–
taban entre sí por sus o
~ ios,
lenguaje
y
costum–
bres, y se descubrían grandes afinidades entre
las que apénas podian conocerse. El indio oma–
gua era muy dado
á
la
nav~gacion'
y recorría lar–
gas distancias en grandes embarcaciones , mién–
tras su mujer se complacía enjugar con lindos ma–
nitos; el feroz casibo, aficionado
á
la carne huma...
na , traía en las flechas el pelo de sus víctimas ; el
capa"Q.agua devoraba
á
sus parientes difuntos, cre–
yendo honrarlos,
y
vivía en
larg~s
casas comunes
á
muchas familias; el carapacho, que por la blan–
cura de u tez y poblada barba anunciaba un orí–
gen caucasiano, imitaba en su g;uturacion el ladri–
do de los perros y 'hablaba estrepitosamente, dán–
dose manotadas en los muslos; el yagua desconocía
el pudor y no respetaba los impedimenl os de la
sangre; el sipivo, buen conocedor del estado at–
mosférico, se preciaba de agorero; el amahuaca, en
perpétua guerra con las demas tribus del Ucayali,
no permitia cerca de sí
á
ningun extranjero ; el ·
enaguare, verdadero
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alg o de la e pecie humana,
colgaba
á
su cuello, por ·ala, los c?razones de sus
víctimas, despues de haberse re alado con la car–
ne; las supuestas amazonas del apo guardaban
sus rancherías en ausencia de u maridos; los
iquitos sobresalían en la composicion de una chi–
ch,.a, que producía delirios agradables; los camu-