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REVOLUCTON DÉ TUPA.O AMARU. .·
los ofendidos, eraalteoer la religion y los sacerd·otes,
poner
á
la cabeza de las provincias, justicias ma-
. ·yores, hijbs del país
y
de una integridad incues–
tionable, crear para el Cuzco un vireinato con su
Audiencia y retirarse á la vida privada. Disipado el
relámpago del entusiasmo, pocos hombres de otra
·raza creían, que el jefe indio, restablecido el impe–
rio de lo"' Incas, les cumpliera lo prometido. Aun
descansando en su fe dudosa, la más lamentable
experiencia ponia de
manifiest~,
que sería impo–
tente par1 moderar el ódio implacable de los suyos.
Algunos de sus capitanes decian, que para no caer
otra vez bajo el yugo, era necesario exterminar
á
/
·todos los que no fueran de raza india; otros exten.:...
dian la proscripcion
á
cuantos usáran
c~misa.
Así
lo ejecutaron en Calca para vengar su derrota de
Guaya.bamba y Yucay, los que no habian pod.ido
dominar el amenísimo valle, que forma el jardin de
los cuzqueños desde la época imperial. Allí fueron
sacrificados en las casas
y
en el teroplo con
igual
.saña, españoles, mestizos
y
sus allegados; allí el
torpe deleite profanó los cadáveres; allí hubo niños
ahogados , despedazados
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estrellados contra las
piedras. Algunos huérfanos, que no habían c0rrido
la suerte
de
sus padres, cuando los Yerdugos si–
guieron de cerca
á
las víctimas, pereciendo ámanos
de la tropa acaudillada por eclesiásticos, pregun ....
taban
á
éstos llorando:
'I
¿Con quién
nos queila–
rémos? ))