RlEVOLUCION DE TUPAC
Al'dARlU.
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haciendo presente, 'que tenía buena voz. Por fortn..:.
na de la ciudad, una vigorosa salida dispersó
á
los
indisciplinados
y
mal armados sitiadores, y los Ca–
tarí, junto con otros cabecilla.s, fueron entregados
por la. inconstante tropa, para ser juz
0
ados sin mi–
sericordia, cuando el peligro desapareciera.
Los revol u.cionarios seguían deshonrando
y
de–
bilitando su causa con toda uerte de horrores. Los
vecino de San Pedro de Bellavista, que les habían
resistido con denuedo, extenuados de hambre, sed
y
fatiga, se refugiaron en la iglesia, y allí fueron
degollados en número de mil, sin que alcanzárati
perdon. ni los sacerdotes, ni las mujeres, ni los
niños. En Caracoto, la sangre de los españoles,
·entre los que se incluían cuantos tuvieran algo de
blancos, llegó
á
cubrir los tobillos de los asesinos.
Los hombres de Tapacari fueron tambien muertos
con bárbara crlileldad,
y
ya se habi.a abierto un
hoyo para enterrar vivas
á
las mujeres de raza es.. '
pañola. Si no llegaron
á
sufrir tan espantoso su–
plicio.; no se vi6 libre una de ellas de ver <lego_¡_
.
Hados ,
á
su espo,so azotado ántes cruelmente porqae
no quiso ser ·el verdugo de sus hijos,
á
estos tiernos
pedazos de su corazon y ·al fruto escapado de sus
desgarradas entra.ñas, que apénas respiraba. Al ex–
terDílinar la poblacio,n de Palea, una india había
recorrido las calles, con la hostia consagrada en las
manos, gritando· •Mirad el engaño, que padecemos
por estos pícaros; esta t-0rta la hizo el sacristan die