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REVOLUOION DE TUPAC AMARU.
tiendo sus protestas de que sólo se proponia la repa–
racíon de los agravios, el bien
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eneral 9e las pro-
.vincias, el engrandecimiento del Cuzco·
y
la gloria
de la Iglesia, añadia, in embargo, que si se le re–
~istia,
lo llevaria todo
á
sangre
y
fuego. Asentado
~u
campamento
á
un cuarto de legua en el abra que
dejan los cerro de Picho
y
Puquin , desplegó sus
fuerzas
y
anados,
é
hizo disparos de artillería paira
animar
á
sus partidarios. Como no regresaran los
mensajeros, pasado con triple e ceso el plazo de
doce horas fijado en su intimacion, envió otro con
amenazas de un próximo
y
desolador asalto. La res–
puesta
á
este mensaje fué una salida en que todas
las clases, sexos
y
razas tomaron parte. Salieron fas
cuatro compañías de clérigos con el
Dea~
á
su ca–
beza, miéntras los frailes hacian la guar-dia en Jos
monasterios ; el Obispo recorrió las calles, dando
bendiciones
y
víctores
á
que las señoras contestaban,
batiendo los pañuelos
y
los caballeros agitando los
somb1~eros;
su presencia en el campo envalentonaba
á
los más tímidos; los indios s·acaron sus garrotes
y
hondas; sus mujeres los animaban, repartiendo chi–
cha, trayéndoles piedras
y
preparando ceniza para
cegará los in vasares. A poco
tic~po
se vieron llegar
einco mil hombres de Paruro, que encabezaba el
cura D. Feliciano Paz. Tan imprevista resistencia,
cuando se esperaba un poco disputail.o triunfü,
desalentó al jército rebelde. SólÓ hubo dos encuen–
tros algo serios , uno en que fu eron deshechos
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