D. MANUEL
GüIRIOR.
161
que, para rechazarlos , se aprestó una expedicion
para el reino de Quito,
y
se enviaron
á
Buenos-Aires
:Sobre cuatro millones
y
medio de pe os; pero, ha–
biéndose avenido las c6rtes de Madrid y Lisboa, se
trató de fijar definitivamente los confines de sus po–
sesiones en América,
y
se conservaron entre el Perú
.Y el Brasil los que habían sido pactados en 1751. El
vireinato de Buenos-Aires fué erigido con las pro-
,
vincia dependientes de la Audiencia de Charcas,
no ofreciendo sérias dificultades su d marcacion
con el Perú, porque la de las respectiv·1s audiencias
estaba determinada en las leyes de Indias. Sólo se
.suscitó la duda de i el litoral de Atacama debía
incluirse en el nuevo vireinato, conforme
á
la ju–
risdiccion en práctica,
ó
si se agregari-:i. al Perú ,
segun indicaban los términos relativo al distrito de
la Audiencia de Lima
y
parecían aconsejar las más
expeditas relacione ' . Algunas pretensiones hubo de
parte del Virey de Buenos-Aire , re pecto
á
Tara–
paca ·, cuyos mineros solían quintar en las cajas
reales de Carangas; pero esta causa no pudo hacer
olvidar, que esa provincia, recien de membrada .
de Arica, pertenecía eviden,temente al Perú por sus
conveniencias, situacion
y
disposiciones legales.
Para consultar la seguridad de los derechos fisca–
les, se estableció una oficina de fundicion en Tacna,
que, por su buena posicion, era ya
~a
residencia de
los
oficiales reales
y
revelaba un brillante porvenir.
El comercio colonial recibió un gran impulso con.
H