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braba - jueces especiales de comiso,
y
·publicruba
fuertes bandos
á
la salida de los buques para !Es–
paña. Toda su diligencia no
f~é
bastante
á
·satis–
facer el espíritu fiscal del ministerio, que, par.a
,cortar de raíz las dilapidaciones, envió oon el cargo
de visitador general
y
superintendente de Hacienda
-al tristemente célebre
D.
José Areche con plenas fa–
.oult.ades para r:emediar cualquier desórden de las
nentas.
Areche unia al rigor del inquisid0r la dureza del
publicano. Con
tal
que
á
nombre de la ley pudiese
.acrecentar los ingresos del erario, e:n nada temia la
oposicion suscitada, la severidad de las provi–
dencias indispensables
y
los peligrosos movi–
mientos, que los nuevos graváJmenes
y
castigos pu–
·d1eran producir en todo el viveinato. Por su celo
inflexible elevó
á
cerca
ele un
millon de pesos
.anuales la contribucion de fo<J.ilig¡enas, con la re–
visita general
y
el reemplazo de J.a antigua conta–
duría de retasas con la de tributos. Lod novenos del
Rey
)tuvieron creaes, habiéndose establecido la
junta unida <le diezmos. Más notable
fué
el incre–
mento en el ramo de estan0os
y
alcabalas, .con la
más
severa .organizacion de sus oficinas
y
.cobra–
d!01~es .
La percep-cfon de 1os
de~echos
reales
com·es–
p<iMadientes al 1©1ro
y
la plata adelantaba, realizán–
dose en los metales, que ántes solian embarcar
e
1p.Ji>r
alto
1en forma
r<ilie
,pasta
ó
de .vaj4lla. rEl
¡v1s~taclor
y
el
Monarca J>neteiL1<diian, ,que
,rn;>
estu·~üés'm
exentas
del