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a nda ua n con Di eg-o Centeno, como visoños no sa–
bian lo qu e passaua en la ti erra
[y]
tuuie ron c r ey–
do ser assi lo que les dezian, y con esto se yua n
d e buena gana con el; y los otros que er a ri mas
pla ticos
y
sabian lo que passaua se huyeron a lgu–
nos dellos y se fueron a l exer cito del tirano, en
donde fueron muy bien r escebidos. A lonso de
Toro, camina ndo con aquell a
hord~n
y concier to
qual conuenia, llego junto a la vill a creyendo ha–
lla ria en ella a sus contrari os para da rles batalla,
c omo s us corr edor es se lo auian dicho que lo es–
tauan aguardando , por lo qua r y ua a nimando y
exortando a los s uyos a bien pelear animosamen –
t e . Yendo mas ade lante le salier on de traues mas
d e diez a r cabuzeros que venían huydos
.Y
se fue–
ron a poner en ma nos del th eni ente A lonso de
Tor o, y alli le dixeron como Diego .Centeno con to–
dos sus capitanes y soldados se yuan huy endo por el
camino del r io de .la P la ta, de lo q ual le peso gran–
demente porg ue· ass i se Je fu essen. Yendo .para
entrar ya en la v illa encontro con otros diez sol–
dados de a cauallo y a r cabuzeros que le cer tiffica–
ron todo lo que los primeros compañeros le auian
dicho, y con est.o entro en la vi ll a con toda su
gente sin tener n inguna con tradicion en ell a. Lle·
uaua Alonso de Toro sus estandartes
y
vanderas
tend idas tremolcando por el viento, yendo al son
de los a tambores y en muy {Juena y gentil horde–
nanc;:a como si fuera n hombres victorioso , y se
fueron todos a po ner
y
hazer a lto en medio de la
plac;:a junto a la yglessia mayor, en donde estu–
u iero n muy g r an rato parados.