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tassen y viessen que papeles teni a ,

y

que s i algu–

nos fuessen a su exercito le[s] faboresciessen y le[s]

diessen todo quanto uvi esse[n] menester para el

cqmino y le auisassen luego dello. Com.ó Alon o

de Toro no podia saber ciertamente lo que passa–

ua en el real de Diego Centeno, estaua puesto en

gran

p ~rplexidad

y cuydado,

y

assi se manda ua

velar muy bien porque los lea les no diessen vna

noche de sobresalto sobre ellos

y

por casso for–

tuyto los desbaratassen. Ya qu e aulan passadO' a l–

g unos dias, y por concluyr lo que tanto e l desseaua

acabar, mando prestamente al¡;ar su exerc ito para

yr

contra Diego Centeno, con las vanderas

t.re

mokando por el a yre , y lleua ua consigo ciento y

veynte arcabuzeros, cient piqueros

y

ochenta de

a cauallo bien armados. Di ego Centeno

teni a

ochenta arcabuzeros, ciento de a caua llo y ciento

y veinte piquero , de manera que lo que mas con–

ueni a al exercito leal y lo que hazia a l

cas~o

para

da1"1a batall a er a la a r cabuzeri a, la qual tenia mas

Alonso de Toro que los lea les,

y

ass i teni a espe–

ranc;a de conseguir la vi toria. P ara esto Diego

Centeno y Lope de Mendoc;a se abroquelauan con

la justicia y la

r ~zon

que tenian,

por

amparo

y

bro–

que l,

·p~ra

con ellas alcanc;ar la vitoria contra sus

mortales enemi gos y contra todos aquellos que

andauan fuera del se ruicio de Su Magestad tirani–

c;ando la tierra. Allend e de todo esto dezian que

con ayuda de Dios y con el nombre del rey yrian

de prosperidad en prosperidad y de bien en mejor,

ganando toda la ti erra y quit á ndol a de las manos

de los tumultuario

y

rueles tir anos, como Jo