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men<;aron de seguir a su G enera l, que auia toma–
do la delant era, los quales como yuan a la ligeri:l
yuan redoblando las jornadas por alcan<;ar a los
leales. Mas como Diego Centeno y Jos suyos auian
ll euado gran ventaja en andar, que auian camina–
do mucho· en cauallos descansados, no los pudie–
ron a lca n<;ar por mucho que anduvieron, los qua- ·
les entraron mas de cinquenta leguas tras ellos
por el gran despoblado y no los pudieron alcan–
<;ar. Por es to algunos soldados de Alonso de Toro
se boluieron del camino y se vinieron a la villa,
porque se les auia acabado la poca comida que
auian lleuado, y porque iambien por donde passa–
ron no auia agua s ino unos xag-ueis que los de Die-
. go Centeno a uía n empon<;oñado con tri g o y otras
cosas que auian hecha do dentro. Mira ndo es tos
ynconuenientes con otros que se podría n r ec r escer
en lleuar a que lla gente por aquel despobla do mu e r–
ta de frío y h ambre y fatigada de sed, determino
d e da r la buelta a la villa, y assi lo hizo, que se
b oluio a ella con toda su gente , bien cansa do a un–
qu e no vengado. Ass i como llego, dende a dos
días, viendo que a llí no auia qu e hazer ni con
quien comp etir, hizo luego gran ll amamiento de
todos los caciques ·y principales y ndios qu e a ui a
en toda la comarca de a quella jurisdicion, qu e vi–
ni essen prestamente con mu chos bastimentos d e
diuersas cosas, so pena que los m a nd aria quemar
a tod os biuos. Los caciques y principales yndios,
amedr e ntados del ma ndo, v inieron y truxieron mu–
chos carneros de los de aque lla ti erra, ma hiz, pa–
pas, qu e son turmas de tierra, y chuño y otros mu-