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descargos, ayudandole a ello los que le acompa–
ñauan, por lo qual el tiran0 mostro estar satisfe–
cho dello, aunque se rezelaua dél; assi procuró de
ay adelante mirar mas por su exército y por lo
que le auian escripto desde la cibdad de Lima. Con
todo- esto no perdio esperanc;a de alcanc;ar lago–
uernacion que tanto desseaua, aunque estaua a
canto de deshazerse su exercito, y se tornó a •la
cibdad y ·de alli sacó mas gente, y tomó quantos
cauallos y azemilas y armas halló y todo el dinero
qhe pudo hallar, y recogio los vezinos que queda–
uan. Dexó por su theniente a Diego Maldonado,
el rico, que erá valeroso y vezino de la cibdad, y -
diole cierta gente para la guarda de su persona, y
el salario que a esta · gente se auia de dar fue a
costa de
Su
Magestad: Todas estas cosas se hizie–
ron por -consejo de cierto·s capitanes suyos, por
ciertas pretensiones que yntentauan hazer, vnos
en serukio de Su Magestad, y otros en su deserui–
cio, c;omo adelante diremos; y hecho esto se boluio
a su exercito, adonde los suyos le estauan aguar–
dando. Despues que se fu_eron los caualleros arri–
ba nombrados, el Padre Loaysa reyteró en hablar
a Gaspar Rodríguez de Camporedondo, decla–
randole la verdad de como el auia dado la horden
y
modo de como aquellos caualleros se auian ydo
a Lima, y que si hasta allí no se lo auia dicho, auia
sido la causa de verle tan metido en los negocios
de Gonc;alo Pic;arro. Y assi le comenc;o a persua–
dir hiziesse lo mismo, pues te!lia entendido que a
Pic;arro le yuan ya faltando las fuerc;as éon la yda
de -.tanto cauallero, y que yua ya dessanimado por