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preguntó,
y
el quedo muy contento y alegre de
todo ello. Despues de passadas estas cosas se salio
<lel apossento a la sala, adonde auian venido mu–
·chos caualleros a ver a los rezien venidos, y alli
se hablaron y saludaron todos, y ellos dieron a
entender a los presentes la perdicion del tirano y
de como no auia de preualescer con su mala } da–
ñada yntencion, porque tenian creydo que antes
de mucho se desharia su ·exercito y que no se da–
rJa batalla. Dende a vn rato mandó el Visorrey a
su hermano Vela Nuñez que hiziesse aposentar a
los rezien venidos en buenas possadas, y les hi–
:ziesse dar lo que uviessen menester, y Vela Nuñez
lo hizo assi y fueron socorridos y proueydos de
<lineros, de que tod<JS quedaron muy contentos.
Otro dia, por la mañana, que era domingo, man–
dó que todos los capitanes saliessen a la plac;a, des–
pues de comer, con todos los soldados que tenian,
para hazer muestra de los que auia, lo q ual fue he–
cho, que passeadas las calles y la plac;a, al cabo se
pussieron todos en medio della en esquadron, con
sus vanderas tendidas, y los soldados muy g·alana–
mente vestidos. Hallaronse por cuenta entre la
caualleria y la ynfanteria que auia en esta coyun–
tura, mas de sietecie?tos y cincuenta hombres,
aunque entre ellos no se mostraron muchas armas
deffensiuas, a causa que los que las tenían no las
quissieron sacar, ni mostrar, porque muchos de–
llos estauan mal con el Visorrey, y quando salían
a las reseñas lo hazian mas por complazer a sus
capitanes que por voluntad que ellos tuuiessen. El
Visorrey preguntó a los rezien venidos ¿qué les