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auia parescido de la gente
y
reseña que se auia
hecho?; respondieron que toda a vna mano era
muy buena, y que l<i_reseña auia sido bien hecha
con el
~cQl
ue
s~_hizo.
Y que bien parescia
que todos los soldados eran praticos en el sso de
· la guerra,
y
que no faltaua otra cosa sino verse
con los enemigos para confrontarse con ellos, y
que de su parte se alcan<;aria vitoria si la batalla
se diesse, quanti mas que siempre dixeron que no
se daría. Porque la gente que el tfrano traya eran
quinientos hombres, como era verdad; aado caso
que
alguri"o~dellos,
'aunque pocos eran buenos sol-
¡
dados, que los demas eran
estanci~ros
que no sa–
bian tomar armas en las manos,
y
que todos ve–
nían descontentos
y
mal auenidos, por venir, como
venian, contra las cosas de Su Magestad. Tambien
dixeron alli publicamente que muchos de los que
se auian mostrado de la parte del tirano estauan
de otro temple y arrepentidos de lo hecho, y des–
seauan passarsse al seruicio de Su Magestad, y
que muchos dellos no aguardauan otra cosa sino en
estando cerca los que tenían y no tenían culpa, pa–
sarsse a la cibdad a servir a su señoría. Por estas
cosas
y
otras muchas que los rezien venidos dixe–
ron al Visorrey, determinó escreuir secretamente
a ciertos hombres de los del tirano embiandoles los
perdones que eran menester y saluoconduto para
que se viniessen sin ningun temor.
Y
para embia–
lles estos recaudos hablaron al padre Balthasár de
Loaysa, natural de Madril, para que fuesse , el
qt¡al aceptó la yda de buena voluntad, pues en ello
seruia a Su Magestad, aunque arriscasse la vida