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armada, y que les mandasse lo que auia[n]de hazer,.
que como sus obedientes seruidor es lo harian. Muy
grande fue el plazer y alegria que el Visorrey
rescibio con la venida destos catialleros, y con esto
tuuo entendido que se desbaria el campo de Pic;a–
rro en breues días, y que despues no serian me–
nester muchas fuerc;as para desbaratar los desiO"–
nos que el tirano traya.
Y
assi le hizo mucho ar
casso saber que estos hombres eran de los mas.
principales del exército de Gonc;alo Pic;a.rro, y los
primeros ynuentores de la rebelion que en el Cuz–
co se auia tramado, en los quales tenia el ,tirano·
puesta la esperan<;a de alcarn;ar lo que tanto de·
seaua, y assi, como digo, los rescibio con gran
contento y aleg·ria. Luego el Visorrey los metio
en su retraymiento, en donde les preguntó muchas.
y diuer as cosas de la yntencion y proposito que
el tirano traería, y de los capitane y soldados que
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con el venían, y que armas y artillería auia en el
exercito contrario,
y
quantos quedauan alla que
se quisiessen venir al seruicio de Su Magestad, y
assi les pregunto otras muchas cosas que quiso
aber. Grabiel de Rojas le dixo lo que auia enten–
dido y conoscido del tirano, y todo lo que auia al–
carn;ado a saber de los capitanes que con el ve–
nían y como estauan muchos hablados para
veni~
a seruir a Su Magestad. De manera que le dixo
parte de los secretos que auia sabido de Gonc;alo
Pic;arro y de los otros que con el venian, y al fin
le dio particular cuenta de todo lo que alcañc;aua·
y assimismo hizieron los dema cauallero que
dieron razon de todo aquello que el Visorrey les.