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Ü

HI TORIA

Poco antes la cintlatl tle Glocester le había concedido una renta de veinte

libras esterlinas; .e abolió esla, y los municipales por u concesion fue–

ron perseguido y condenados á una fuerte mulla. Cuando se vió en li–

berlad abrió Workman una pequeña escuela, mas Laud la hizo cerrar.

Para poder vivir, e hizo médico; pero se le prohibió tambien el uso de

la medicina : e las persecuciones le arrebataron el juicio y la vida.

Entretanto las pompas del culto católico se encerraban en las iglesias

particulares, mientras que la persecucion alejaba. de ellas

á

los fieles,

se decoraban con magnificencia. u con agracian e hacia' con fausto,

en segujda e recurría al temor para atraer concur·o. omplaclase Laud

en delallar nueva ceremonias. De parte de lo no-conformislas, la me–

nor invocacion era castigada como un crimen; mas Laud las hacia casi

et

u antojo. Mudaba la dislribucion interior de las iglesias, las forma s

del culto , prescribía práctica de conocida y alteraba las ceremonias

mismas ordenada por el parlamento ; todo para lograr olamente que la

igle ia anglicana e pareciese ma

á

la romana. La libertad que gozaban

los papistas, y las e paranza

á

que e entregaban, traían mas agilado

al pueblo. e publicaban libro para probar que la doctrina de los obi -

pos ingle e podía acomodarse

á

la de Roma

to· libro eran tolera–

dos abiertamente dedicándolo al r ó

á

Laud. Lo. teólogo adicto

á

este , profesaban sin peligro máxima análoo'él , mientra que lo predi-

adores populares se humillaban ó re i tian en vano para con ervar al–

gun derecho de e cribir y de hablar. De e te modo e hacia mas probabl

el próximo triunfo del papismo ,

y

e ta opinion se generalizaba. La. hija

del duque de Devonshire se hizo católica,

y

preguntáodol · Laud que razo–

Ms la habían obligado

á

ello, conte t6 :

<(

o m gu ta ir delrá de la

muchedumbre ; veo que vos otros muchos os dirigl hácia Roma

me apre!)uro á llegar antes

ola

1).

Pensando Laud haber afianzado el e pi ndor la dominacion

va del epi copado, se dedicó

á

asegurar su independeo ia. T mia qn

obre este punto encontraria re i tencia n el r

y;

ma:: no fue a i,

derecho divino de los obispo vino á er la do ·trina clel

;i

lt clero del

rey.' El doctor Hall, obispo de Exeter, la de arrolló en un tratado qu

Laud revisó, y de que quitó las fra e vagas

y

Umida ,

t

da aparien-

ia de duda. De lo libro pa óesta doctrina

á

los he ho . Lo tribunalc

de lo obi po existian ya en su nombre, y no n el del re ' ; u enten–

cias lleva bao el sello episcopal; exigieron juramento directo de lo admi–

nistradores de fáhrica ,

y

e d claró que el arreglo de las univer iclade