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DE LA REVOL CIO DE 1 GLATERRA.
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uratos,
y
se le separó de ellos; oia el pueblo con fervor sus sermones;
e le prohibió la predicacion. Despedidos de sus templos, despojados de
. u r nta , vagaban de ciudad n ciudad, enseñando
y
predicando á los
fiele· que e reunían en algun so\ilario recinto ; lambien fueron persegui–
do en e la últimas trincheras.
Los nobles provinciales, los ciudadanos, las familias ricas
y
adicta
á
us creencia , lo nombraron capellane de sus ca as ó ayos de sus
hijo ; hasta aquí llegó la persecucion. Los proscritos dejaron la Inglater–
ra, se reunieron en Francia, en Holanda
y
en Alemania,
y
fundaron
templo ; tambien el de poli mo pasó los mares,
y
obligó á aquellos
ministros
á
conformarse on el rito anglicano. Muchos fabricante de
vario pai es se habían establecido en Inglaterra de pues de obtener car–
ta que le aseguraban el libre ejercicio de su cullo; invalidáron eles
esto derecho ,
y
la mayor parte abandonaron su nueva patria; la sola
dióce i de Nonvich l'erdió tre mil de aq.uellos laborío o hué pede .
De pojado asi inju lamente lo no-conformi tas, ocultos
ó
fu gi ti os,
todavia se dedicaron
á
escribir para
de~
mi r ó propagar su doctrina ;
per0 la cen ura. prohibió publicar nuevo libros
y
persiguió los antiguo .
A.unma , se prohibió ab olutamente tratar en ningun punto las cuestiones
que traian agitados lo esplritu . Las quejas eran generales, ya sobr
lo dogma , a sobre la disciplina,
a~i
en punto á los misterios del des–
tino humano , como acer a del culto público; ma la iglesia anglicana
no quena tolerar la di er idad de ceremonia ni admitir cuestiones. La–
mentába e el pueblo de no oir a hablar á lo hombres que apreciaba,
y
de er prohibido lo que le era grato. Alguno no-confÓrmi ta moderados
ó timidos para calmar al rmas
y
no eparar e de su rebaño , ofrecían so–
meterse en parte, reclamando á su vez alguna canee iones en punto
á
la doctrina ó ceremonias. 'e les cante taba, a que eran importantes la
prácti a xigidas
y
que era forzoso obedecer, ó a que eran in ignifi-
ante
que convenia ceder. Aco ados hasta el e tremo , resistían con
te on, pero ran insultado condenados por los tribunales ele iá ticos.
'e le tuteaba, se les llamaba
locos , idiota
,
etc. , n cuanto iban
á
defender e
ó
escu a.rse se le imponia silencio : tal era el trato que reci–
bían de lo obi po
y
de lo jueces. i renunciaban
á
presentar e
ú
predi r
ó
á cribir, no p r e lo dejaba. de per eguirlos la tiranfa con
r finada ob Linacion de un modo impo ible d prever
ó
evitar. " ork–
man mini tr n lace ter, había ostenido que lo ornamentos pintu–
ra de los templo , eran re to de idolalrla · por llo fu
n ar ·alado.
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