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onnE LA REV0L

C!ON DE 1

'GLATERRA.

42ó

ellos aquel movimiento fue, si asi puede decirse, una obra de transaccion,

un impulso de comun necesidad, pero no una victoria, ni una derrota,

nos

y

otro" vieron venir el momento critico

y

lo aceptaron oon senti–

miento distinto : ambos aceptaron las éon ecuencias

y

tomaron

p~rte

en llas.

Con frecuencia se ha dicho en Francia

y

hasta en Inglaterra que la

r volucion de

1688

babia sido una obra esencialmente aristocrática, na·

da popular, verificada por combinaciones

y

en provecho de las clases ele–

vadas, pero no por impulso, ni para bien del pueblo. Semejante juicio e

un notable ejemplo de la confunsion de idea

y

del olvido de los hecho

que con tanta frecuencia suelen presidir en la apreciacion de los grande"

acontecimientos.

Aquella revoluciou produjo en el órden político los do mas grandes

re ultados en favor del pueblo que se mencionan en los fasto del mundo.

Por una parte proclamó

y

aseguró los derechos personales

y

universales

de los simples ciudadano ,

y

por la otra la participacion activa

y

termi–

nante del pafs en su gobierno. Toda democracia que ignore que eso e

cuanto tiene necesidad

y

derecho de reclamar, desconoce sus mas· alto

intereses

y

no podrá fundar un gobierno, ni conservar sus propias liber–

tades.

En el órden moral presentó la revolucion de

1688

un carácter todavía

ma popular.

Fu~

llevada

á

cabo en nombre

y

por la fuerza de las creen–

cias religiosas del pueblo

y

para seguridad

y

dominacion de la misma .

En ning·un país, en ninguna época ha ejercido la fé de las masa tanta

influencia e.n la suerte de su gobierno.

Popular en

fiUS

principios

y

en sus resultados solo puede decir e que

fue aristocrática en cuanto

á

la ejecucion, por haber sido concebida, pre–

parada

y

.conducida

á

término por hombres distinguidos, fieles represen–

tantes de los intereses y opiniones de la nacion. La Inglaterra ha tenido

Ja rara fortuna de haber visto nacer

y

conservarse vínculos poderosos

é

íntimos entre las diversas clasesde la ·sociedad. La aristocracia y la de–

mocracia han sabido vivir y prosperar, sosteniéndose y reprimiéndo e

mútuamente.

·

Los gobernantes no se han aislado del pueblo

y

este

á

su vez no ha

carecido de gobernantes. En

1688

fue particularmente cuando la 1:iacion

inglesa recogió el fruto de esa feliz combinacion de gerarquia

y

armonfa

en el órden social. Vióse para salvar su creencia, sus leyes

y

sus liberta–

des reducida

á

la e pantosa necesidad de una rev?lucion,

y

esta como a