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ODllE LA llE OL CION UE INGLATEl\RA.

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pla !ase en jercer el poder de un módo duro, ysi se quiero cruel, y para

e lo enconlró en Jeffreys, un cfnico y alre,,ido ministro de sus vengan–

za . Los rigores judiciales éjeroidos contra los partidarios de Argyle ydo

fonmouth con soberano desprecio de las garantías legales

y

de los sen–

timientos de humanidad escitaron en todas las clases de la sociedad,

hasta en aquellas persona que babian desaprobado la revolucion, pro–

fundos sentimientos de indignacion

y

di gu to. Jacobo dió al mi mo

tiempo libre ritmda

á

sus designio fa,oritos: atacó

á

la

igl~

ia anglicana

en sus derechos vitalas y

á

los mas fieles de entre su mismos partidarios

n los últimos repliegues de su·conciencia.

Diose órden

á

las universidades de Oxford y Cambridge de nombrar

profesores católicos para sus establecimiento protestantes. El rey mani–

festó personalmente

á

Rochester que si no abrazaba el catolicismo seria

destituido de todos sus empleo . leclidas tan manifiestamente ilegales y

violentas eran desaprobadas hasta en el mismo eno del parlido católico :

dos camarillas, moderada y prudente la una, y arrebatada

é

intrigante

Ja otra, se disputaban la influencia cerca del monarca, presentándolo

continuamente la primera el peligro

á

que se esponia la segunda alha–

gándole con la esperanza de la victoria.

rada faltó de lo que debería haber contribuido

á

in pirar prudencia

al soberano, ni la lealtad y larga paciencia. de los protestantes, ni Ja mo–

deracion

y

sabios consejos de los mi mos católicos : la ciega obstina ion

de Ja.cabo se hizo 'Uperior

á

todas las consideraciones. Llamó oficial–

mente al jesuita, P. Petra

á

su con ejo, y mandó al cler anglicano le r

en todos los templos del reino una declaracion mediante la cual quedaban

definitivamente abolido por solo su poder los decretos dados por el par–

lamento contra lo disidentes y los católicos. El arzobispo de Cantorbery

seis obispos se negaron

á

obedecer, y presentaron una pelicion, por lo

cual fueron encel'l'ados enla torre de Londres

y

perseguidosjudicialmente

como autores de un folleto sedicioso.

Mienlras esto sucedía tuvo el rey Jacobo un hijo que dió al traste con

las esperanzas do lo moderados y nació entre las sospecha infundada ,

poro naturales de toda la nacion : la pandilla dominante manifestó sin r ·–

bozo alguno su alegria, prometiéndose sin duda educar al príncipe en 1

mismo sentido, que habia educado al padre : de manera que aquel régi–

men de gobierno, que hasta entonces había sido tolerado solo en a.lencion

á

lo poco que pod!a durar, e pros ntó orno indefinida per pe tiva para

el porvenir.

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