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4'14 ·

DI C 11 O PIIBLUJINAll

que de los Lr

grande

resulta.do

de la revoh1 ·ion qu l pal. Lcnia ma

empeño de conservar, do de ello Ja inlluoncia del parlamenlo en

1

g -

bierno

y

la Ireponderancia de la cámara baja en el parlamenlo so halla–

ban u penditlos

y

en grave compromi'o. El re ullado religioso, es d cir,

la tlominacion del protestanti mo, seguia aun ileso: la igle ia an

0

licana

ra la que so tenia invariablemente la corona

y

la que reprobaba toda

Lcnlé.tli,·a de resistencia.

Ilobuste idos con este apoyo los tory ma ardionlo , dirigido p r

Rocho t r se agTUpaban cada vez ma e Lr ham nte n lorn de Jaco–

bo, ol' idándo ·o del afe to que este profesaba

á

la igl ia alólica no

vienu en su por ona mas que el representanlo y h r der de la monar–

r¡uíu. En lanl so iba formando en derredor de Ilalifax lro l r r par–

titlo, que Lle a.probaba la medida iolentas, podía la onvocacion do un

parlamento anun iaba eslremados peligro en el o do no adoptar

su mar ha. árlo prolongaba la situacion promeliend

á

lo lory una

infatigable p rsev rancia en sostener el dere ho de u hermano,

á

lo

moderado re p lo

á

la conslitucion

y

á

la igle ia la. conserva ion

u

t

proleslantism .

Perplejo

y

va ilanle ponia n juego toda su astucia y toda su pl'U–

dencia por eludir la necesidad de Lner que adoptar alguna ro Ju ion ,

al fin llegó su última hora sin que las circunstancia le obligaran

á

val'ial'

de condu

la.

las cuando llegó al término do u vida mundana

y

o ió

en el dintel Lle la elorna, las inquielude de la agonla pu ieron do mani–

fieslo lo que su precaucion como oberano hllbia sabido lener oculto. En–

t

nce r hu

6

Loda. asi teaoia por parle de lo obi po angli ·ano , mantl ·

llamar

á

un monje benedictino que e tab:t ocullo n u pala ·io

mul'iú

en

1

seno de la ilgesia ·aLólica, baoiendo evidente la o p chas que

taol habia pro umdo evitar,

y

confirmando

á

uhermano en el propó·i–

to de ivir adi lo

á

la igle ia oalúlioa fuera de Ja ual el mi mo

átfo ,

á

pesar de u e.céplioa indiferen ia, no se babia atrevido

á

morir.

Tal fue en

fi

Lo

el único peo miento que dominó en Jacobo II du–

rante u r inado de cuatro añ . A piró con lantemente esle monaroa al

poder absoluto no por el al'l'ebal de una naturaleza fuerte

y

dominanlc,

ni por

a.ti

facer una ambi ion de meuida, sino,

únicamen~o

por un fana–

ti mo iego incorregible.

1

prin ipio fundamental de la con lilucion de

la igl ia romana, la infalibilidad · ind pendencia del oder u r mo fu

para Jacob U una máxima de gobiern

un arlf ulo de

~' .

En u

pírilu limilacl

infle ibl el rden pirituat ·

•I

órd n

L

mp ral

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