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~on11E
LA llE\'OL CION DE l 'GLATEl\11\,
q.·J5
los U. Este monaroa egoista no se creyó autorizado
á
di poner de los de–
rechos de su hermano, y los defendió
á
todo trance. En obsequio de la na–
cion inglesa es preciso decir que las pasiones populares se contuvieron ante
el respeto de los poderes legales: el
bi'll
de esulm;ion adoptado por la cá–
mara baja fue rechazado por la ele los lores y no se hicieron mas lenta–
ti vas para pasar adelante y triunfar por otros medios
Pero la cuestion permaneció en pie. La cámara de los diputados que
habia votado la esclusion de Jacobo II fue disuelta; mas el
bilt
fue nue,a–
rnente propuesto y votado en la siguiente. Lo dos grande partidos que
e habian progresivamente formado en el cur·o de aquel reinado estaban
resudltos, los whigs
á
escluir del trono al monarca futuro, y los
tory~
á
conservar intacta la monarquía. Cárlos
JI
tomó tambien por su parte una
determina<;ion: decretó la di olucion de la cámara baja, separó absolu–
tamente del poder á los whigs, formó su consejo de miembros del otro
partido y gobernó cuatro años sin parlamento.
Años lúgubres fueron aquellos en que la Inglaterra no dejó de oir un
momento el rugido de tas próximas tempestades. Lo whigs por su parte
habiendo vuelto á entrar en las filas de la oposicion conspiraron gradual–
mente y con diversas intenciones: unos para apoderarse legalmente del
poder; otros para obligar al rey, a:unque fuese por medio de Ja insurrec-
ion y la guerra civil , á aceptar lo que ellos consideraban como derecho
y deseo unánime del país,
y
otros finalmente , que componian la cla o
inferior
ó
mas desesperada del partido querian
des~acerse
á toda osla
aunque fuera por medio del asesinato, del rey y de su hermano , únicos
obstáculos que se oponian al triunfo de la causa. Estas maquinacione ,
unas veces exageradas,
y
otras confundidas por una publicidad incom–
pleta
y
por medio de procesos seguidos con refinada inquietud sumergían
el pais en inquietudes de diverso ca¡·ácter: el partido conservador se in–
dignaba
y
llenaba de alarma por la segm·idad del trono y del órden esta–
blecido, en tanto que el partido popular se iba irritando á proporcion quo
eia la inutilidad de sus tentatívas y el suplicio de sus jefes mas dis-.
tinguidos.
La reaccion monárquica, y la hostilidad destructiva crecíanparalela–
mente. Las ordenanzas municipales yde las primeras corporaciones, últi–
mo baluarte del partido popula·r, eran judicialmente atacadas yabolidas.
Lo con piradores en medio de su impotencia y su peligro emigrabaná
Ilolanda á conj urar al principe do Orange que acudiera
á
sal ar la rali-
0'ion prole lante las libertades d Inglaterra. E indu lablc
en
efi
lo